I
Que
tristeza saber que no estarás
cuando vencido
me hunda en ese laberinto de sabanas sedientas
buscando
la miel de tu cuerpo
y el agua
de tus besos no llene esta copa.
Y no
estaras
cuando
golpee la pared con toda la bronca
(que es lo
único que me da este amor)
tratando
de quebrar el muro que no te deja verme.
Y no
estaras
cuando mi
mirada yerre maldita sobre santuarios de
sombras
profanando
la tumba de tus muertos,
queriendo
rasgar con un recuerdo tu piel,
para mirar
muy dentro de tu corazón
si quizás
hay algo de mí.
… Que
tristeza saber que no estarás…
y sin
embargo…
tratando
de callar el silencio
que es tu
voz
porque es
la voz de tu ausencia,
tomare inocentemente
algún libro
de poemas
y sin
llamarte aparecerás
como si
quisieras gastarme una broma
y tomándome
desprevenido buscaras asustarme apareciendo de golpe.
O como si
encerrada
en algún rincón
oscuro del pensamiento del poeta
èste girara
la llave de la puerta que te contiene
para que
salgas a jugar.
Y sí…
esbozo
una sonrisa
y me presto a este juego,
y me presto a este juego,
¡Ah mujer…!
Asi de
barata es esta soledad
que se me
instala sin necesidad de empeñar una lagrima
y se me
entrega desnuda,
a cambio
de versos tan malos
que yo
mismo me doy vergüenza ajena.
Pero que
puedo hacer…
solo resignarme
a
escribir una esperanza,
que le
cambie el triste semblante a esta noche
y dibuje
una sonrisa a la luna.
Genial Pablo, espero que siempre mantengas el mismo talento, un gusto leerte!
ResponderEliminarGracias Jorgito, tengo un buen maestro!
Eliminar